
Sinopsis
Tras una devastadora lesión que lo ha mandado al banquillo, Johnny Kavanagh se aferra como puede a sus sueños. Perdido, inseguro y necesitado de consuelo, decide desentrañar los misterios que envuelven a la chica de ojos azules en la que no puede dejar de pensar ni un minuto. Guardar un secreto nunca ha sido un problema para Shannon Lynch. Sabe bien que los demonios y los villanos no sólo acechan en los cuentos, sino también en el mundo real. Traumatizada tras volver de Dublín y desesperada por proteger a sus hermanos pequeños, Shannon acaba participando en la misma pantomima de siempre mientras su futuro se desmorona frente a sus ojos. La única forma de protegerse es levantar un muro a su alrededor. Solo un chico será capaz de saltar ese muro, el mismo que le ha robado el corazón. Sin embargo, están a punto de salir a la luz secretos que cambiarán sus vidas para siempre. ¿Sobrevivirá a todo ello el amor entre Johnny y Shannon?
¿Por qué lo hemos leído?
Binding 13 no fue ni de lejos lo que esperábamos.
La historia nos gustó, nos removió por dentro e incluso nos hizo reír, pero las expectativas eran tan altas por culpa del hype que la hostia se oyó hasta en el inframundo.
Eso sí, con ese final no tuvimos otra alternativa que continuar la trama.
Reseña
Tras lo sucedido en el final del libro, Shannon y Johnny tienen que sanar en todos los sentidos y enfrentarse a la realidad de sus nuevas vidas. Ambos deben superar lo que les ha pasado y luchar para estar juntos pese a las dificultades que no paran de encontrarse por el camino.
La trama es bastante sencilla a pesar de las 300 vueltas que dan a los mismos problemas (porque sí amigas, entramos en un bucle casi infinito).
Lo que vamos a ver es cómo a lo largo de las 700 páginas, nuestros protagonistas intentan superar sus miedos una y otra vez y evolucionar como pareja y como personas.
No hay grandes subtramas pero sí mucho drama y muy duro. En algunos momentos hay cosas que te dejan tan chof que tuvimos la necesidad de parar y respirar.
La verdad es que pensábamos que íbamos a encontrarnos con una historia de superación, crecimiento y evolución, pero no hemos visto nada de eso.
Se repiten los mismos temas constantemente hasta hacer perder la importancia que tienen.
Creemos que sobran páginas por todas partes (tanto en este como en el primero) y que con un solo libro bien narrado habría mejorado mucho la cosa.
La ambientación no cambia respecto al libro anterior, es más, creemos que disminuye, tanto física como emocionalmente.
Los personajes están enraizados en unos sentimientos que no evolucionan y los lugares por los que se mueven son los mismos que en el primer libro.
El instituto ya apenas aparece y poco sabemos de las asignaturas que imparten allí. Prácticamente están todo el rato en el comedor, en los pasillos o en los baños.
Desde luego no vamos a ser nosotras las que les digamos a los padres de esos alumnos que están pagando un pastizal para que sus hijos no pisen ni una sola clase en todo el curso, pero ganas no nos faltan.
El ritmo no está mal, se lee rápido si no te mareas con la de vueltas que da la autora. Hay bastantes diálogos, que aunque siempre tratan sobre los mismo, agilizan la lectura.
Y en cuanto a los protagonistas, si en el anterior libro veíamos cosas que nos chirriaban un poco, en este se nos cucaron los ojos y saltaron todas nuestras red flags.
No hemos visto una pareja dulce y bonita como leímos en alguna reseña, ni de coña, básicamente estamos ante una relación de codependencia emocional muy heavy por ambas partes donde ninguno evoluciona de manera individual.
Shannon sigue super traumatizada por todo y es incapaz de plantarle cara a nada. Sus mayores actos de rebeldía sólo son para estar con Johnny de forma obsesiva. Todo lo que hace le parece bien, y ante cualquier conflicto (que no sea con su hermano Darren) se hace pequeña. Nos hubiera encantado un mínimo de empoderamiento, empatía y sentido común en algún momento, porque no es lógico que su vida haya estado marcada por la violencia y no le parezca mi medio mal que su novio ande partiéndole la cara y amenazando a cualquiera que la mire como él considera que no es apropiado.
Johnny sigue pensando que es un caballero de armadura de oro que va a salvarla de todo cuando también está en la mierda. Su forma de resolver conflictos, a parte de tóxica, nos parece totalmente excesiva e incongruente con la situación que están viviendo. Tampoco nos ha gustado que se pegue todo el libro calentando a Shannon dicíendole cuánto le pone y lo sexy que es pero que no van a tener sexo porque ella (bajo su humilde opinión) no está preparada.
Entendemos que ambos son adolescentes que tienen muchos problemas de adultos, pero queremos que quede clara una cosa, y es que el amor no lo cura todo, la terapia sí.
En cuanto al resto de personajes y sus tramas, las hemos visto más de relleno que de aportación, exceptuando a Joey, que está por encima de todas las cosas y es lo mejor que le ha pasado a esta historia. Queremos saber qué le depara el futuro y esa es la única razón por la que leeremos los siguientes libros.
Los padres de Johnny también nos han gustado mucho porque aportan esa sensatez y esa ternura que tanta falta le hacen a su hijo.
Y siguiendo la línea del libro anterior, esta historia tampoco es de las que destaca por su cantidad de plot twist imprevisibles, pero tampoco hacen falta. Hay escenas que impactan y sorprenden, pero no es una locura de la que se tenga que preocupar un cardiólogo.
Lo que sí que ha hecho que nos alteremos y que nos suban las pulsaciones son las migajas que suelta la autora de ciertos personajes y que una de dos, o desarrolla muy rápido, tipo una frase y fin del problema, o no desarrolla nada y deja con la información a mitad. ¿Pueden ser cebos para los siguientes libros? pues seguramente, pero muy mal lanzados.
Con respecto al final, creemos que es de esos donde 0 unidades de personas se sorprenden de cómo acaba, pero eso no nos disgusta porque es el típico desenlace que esperamos. Eso sí, en nuestra opinión debería haber acabado como 200 páginas antes de lo que lo hace porque estiran los problemas hasta el final y hay capítulos con más relleno que un cojín.
Y ese es el problema que hemos tenido con estos dos libros en general, la cantidad de paja sin sentido que le han metido a una historia que se podría haber contado en uno solo.
No nos han parecido malos, o no lo suficiente como para abandonarlos, porque es cierto que tienen su punto de enganche y alguna que otra sonrisa nos han sacado, pero los conflictos, que no son pocos, se repiten como el ajo y tanto drama al final nos ha aburrido.
Puede que tampoco hayamos empatizado con los personajes como nos hubiera gustado porque podrían ser nuestros hijos, y aunque tienen problemas de adultos y hayan querido hacerlos “super maduros”, las incongruencias y la falta de evolución ante situaciones cotidianas nos han dado demasiado cringe.
Quizá si no tuvieran la fama ni el hype que tienen, los habríamos valorado de otra manera, pero “el mejor sport romance de todos los tiempos” no ha cumplido con nuestras expectativas.




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