El sargento de la Marina Nicholas Brody (Damian Lewis) regresa a casa ocho años después de su desaparición en Irak, donde vivió encarcelado y sometido a tortura. Finalmente, un comando de las fuerzas especiales lo localiza durante una misión. La joven Carrie Mathison (Claire Danes), una impulsiva e intuitiva agente de la CIA, sospecha que Brody se ha pasado al enemigo durante su cautiverio, pues unos meses antes un terrorista condenado a muerte le habló de un soldado norteamericano que había cambiado de bando… Basada en la serie israelí «Prisoners of War», creada por Gideon Raff.

Esta serie trata sobre la lucha terrorista de EEUU contra al-Qaeda. 

Por lo general no es un tema que me fascine, más que nada porque me da bastante miedo y me vuelvo paranoica. Sin embargo, en esta ocasión, la trama de los protagonistas me fascinó y durante las primeras dos temporadas estuve totalmente enganchada.

A partir de la tercera la cosa empieza a decaer, y los puntos fuertes que tenía desaparecen o se desgastan. Sigue contando cosas interesantes, aparecen historias y personajes que merecen la pena, pero ya no es lo mismo.

Hubo momentos en que la veía sin mucho entusiasmo e incluso me llegué a plantear abandonarla, pero después de ver el final me alegro muchísimo de no haberlo hecho.

Los últimos capítulos me recordaron mucho a los inicios. Esa sensación de no saber qué está pasando, de no saber de quién fiarse y de cómo al final todo tiene sentido… me encantó. 

Creo que termina increíble. 

Se la recomiendo a todo aquel que le guste la intriga, los juegos de espías, las estrategias políticas, los personajes inmorales y la acción.

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