Cuando se estrenó la primera temporada de Stranger Things recuerdo que pensé, joder, qué bien hecha está.  Es de estas series que ves que están cuidadas hasta el más mínimo detalle. Su trama era original, la estética una pasada, los personajes maravillosos, la música una obra de arte…

No soy muy fan de las historias donde los protagonistas son niños. Por lo general me ponen muy nerviosa y no empatizo con ellos. En esta ocasión, eso no me importó en absoluto porque la historia infantil se mezcla con la adulta de una forma muy inteligente y además los actores son brillantes independientemente de su edad. 

El problema de esta serie fue que una vez pasado el boom del estreno, la segunda temporada y sobre todo la tercera se me hicieron bola. 

Me pareció menos sorprendente y en algunos casos un poco repetitiva. Algunos personajes evolucionaron de una forma muy buena, pero otros directamente entraron en el cajón de gente que me cae mal. 

La serie estaba cayendo en picado y mi interés por ella desapareciendo, hasta que llegó la cuarta temporada que… ¡¡Menuda remontada caris!!

Contra todo pronóstico la historia vuelve a coger fuerza. La aparición de nuevos personajes ha sido todo un acierto y he flipado cómo relacionan algunas subtramas con cosas que han ido pasando a través del tiempo. 

Se han superado en todos los aspectos y me ha encantado porque no me esperaba cómo se desarrollan los acontecimientos. 

Ahora toca esperar al desenlace final con el hype recargado y la expectativas otra constelación.

Si eres un fan de lo sobrenatural, el suspense, la acción y además os gustan los 80’s vamos es la serie perfecta para vosotros 😉

M🔴