Avery Morgansten necesita huir del recuerdo de una noche fatídica, e irse a la universidad a miles de kilómetros de su casa parece ser el único modo de hacerlo. Solo tiene que centrarse en sus clases, en hacer amigos y, sobre todo, en no llamar la atención.
Hay cosas que merece la pena experimentar.
Cameron Hamilton es un metro noventa de irresistible atractivo completado por un par de imponentes ojos azules. Avery sabe que debería mantener las distancias, pero ignorar la tensión entre ellos, que saca un lado de ella que ni siquiera sabía que existía, es imposible.
Hay cosas que no deberían mantenerse en secreto.
Sin embargo, cuando Avery empieza a recibir correos electrónicos llenos de amenazas, tendrá que enfrentarse al pasado que tanto le ha costado dejar atrás. Pero, cuando la verdad salga a la luz…, ¿podrá seguir contando con Cam?
Y el arte del engaño para cambiar las leyes del karma.
¿POR QUÉ LO HE LEÍDO?
A veces mi alma mortal necesita un descanso de magia, seres sobrenaturales y problemas en la vida. Cuando eso pasa, la lectura ligera y fácil de Elisabet Benavent suele ser el recurso al que acudo para evadirme de la realidad.
He leído varios libros suyos y los he disfrutado mucho. Me parecen intensos pero divertidos, con un toque trascendental, ágiles y bien de escenas cochinas. O sea, perfectos para cuando el mundo se te hace bola.
Como esta vez necesitaba una buena dosis de mamarracheo romántico divertido, no dudé en sumergirme entre sus páginas.
RESEÑA
Catalina es actriz, pero de esas que no trabajan de lo suyo, de las que tienen que compaginar mil cosas de mierda para poder mantenerse, y está harta. Un día, se le presenta una oportunidad que hará que cambie el rumbo de su suerte, y para que esto funcione, tendrá que interpretar el papel de su vida.
Se tendrá que convertir en alguien que no es, en un sector que no conoce y rodearse de personas que lo único que quieren es aprovecharse de ella.
La única opción que tiene para permanecer en el personaje que ha creado y que no descubran su secreto es pedir ayuda a un experto.
Mikel, un artista consagrado pero con una crisis de creatividad. Será su mentor y compañero en esta aventura, y aunque la ayudará a su manera, no le pondrá las cosas fáciles.
“El mundo ya es lo suficientemente cruel como para aferrarse a una mano que no te quiere coger.”
Así que la trama principal va de cómo Catalina, con la ayuda de Mikel, se hace pasar por alguien que no es sin que la pillen mientras entablan una relación bastante curiosa.
La ambientación se desarrolla en Madrid, concretamente en el barrio de Chamberí y me encanta, porque todo lo que describe es real. Habla de locales, calles, cafeterías y restaurantes que existen de verdad y por los que he pasado mil veces, así que no me ha costado nada imaginarme a los personajes transitando por allí.
Está escrito para no apartar los ojos de las páginas porque el ritmo es muy ágil y la lectura súper amena. A los personajes no paran de ocurrirles cosas, y ver cómo las resuelven te mantiene con la curiosidad metiendo prisa todo el rato. Además, la tensión que hay entre ellos engancha bastante.
Otra cosa que lo hace dinámico son los diálogos y las reflexiones internas. La forma que tienen de expresarse es muy real y eso te hace empatizar con ellos (y echarte unas buenas risas también).
El problema son las expectativas que nos creamos. Que pensamos siempre en futuro y conjugamos la felicidad en pasado, con lo que en el presente no nos encontramos nunca.
Los personajes protagonistas son como la noche y el día, y eso hace que se complemente entre ellos.
Catalina es una romántica que sueña cada semana con encontrar al amor de su vida mientras intenta triunfar en un mundo complicado. O sea, que va de hostia en hostia. Es posible que sus expectativas en la vida sean tan altas como un rascacielos y por eso toma decisiones que desde bien lejos se ven que están destinadas al fracaso, pero ella es una luchadora que no se rinde.
Al principio me costó un poco entenderla, pero conforme la fui conociendo mejor, vi cómo evolucionaba y me fue imposible no empatizar con ella.
Mikel es un artista multidisciplinar consagrado y valorado en su mundo, pero tiene una crisis inspiracional que lo lleva por el camino de la amargura. Me gusta lo sincero y coherente que es, y la importancia que le da a su trabajo porque lo considera el amor de su vida.
Es un poco borde y seco, pero luego se preocupa por lo que considera importante y tiene detalles que muestran que debajo de esa máscara de hostilidad hay una persona sensible.
Porque el amor no duele, pero el desamor nos azota a todos alguna vez en la vida.
A los personajes secundarios les falta chicha y sentido. No aportan demasiado porque son poco elaborados y la relación que tienen con los protagonistas es superficial.
Por un lado tenemos a las compañeras de piso de Catalina que parecen un adorno porque no sabemos absolutamente nada de cómo son ni de por qué hacen lo que hacen.
Luego está Eloy, el marchante de arte, que es el malo de la película porque se comporta como un capullo, pero es tan de manual y tiene unas motivaciones tan básicas que no es creíble. Tampoco cuela que Catalina tenga tanto carácter con el resto de los mortales y con él, que es un red flag tamaño industrial, se achique tanto.
Y por último está la madre, que aparece poco, pero cuando lo hace es la voz de la conciencia pero en tono hippie consejero. Ella no está mal.
A veces no te entristece un hecho en sí, sino que este haya asesinado la esperanza que lo sostenía.
Los giros argumentales no me han sorprendido demasiado. Creo que es predecible todo lo que va a pasar, porque tiene que ser así, pero la forma en la que ocurre es bastante aceptable.
Tal vez hubiera agradecido algún plot twist que me descolocara un poco para no encontrar tantas similitudes con la estructura de los otros libros de la autora.
El final me ha parecido bastante flojo e incongruente con la línea que estaba siguiendo la historia, pero no por cómo acaba, sino por la forma en la que está escrito.
Sólo se centra en la trama romántica y el resto de personajes es como si no hubieran existido. Además, todo pasa de una forma bastante absurda que no pega nada con el carácter de los protagonistas.
Preocuparse en exceso por los deseos de los demás, y aparcar los nuestros, es la manera más eficaz de ser infeliz. No se trata de egoísmo, sino de amor propio.
Mi sensación es como si le hubieran dicho a la autora que tenía 15 páginas para terminar y lo escribiera todo de manera precipitada.
Y aunque ese desenlace baje un poco la opinión general del libro, no cambia el hecho de que ha sido muy divertido leerlo.
No es una historia profunda que derrumbe los esquemas mentales, pero es de estas que devoras sin darte cuenta porque te hace pasar un rato agradable.
Y vosotros, ¿Lo habéis leído? ¿Qué os ha parecido? Os leemos en comentarios y en nuestras redes sociales.